Capítulo 58.-

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Narra David de María

Alondra estaba muy metida en lo de los centros de mesa, poco a poco que la iba conociendo aprendía a leerla mejor y ese día noté que estaba triste por algo, no era normal que se encontrara así, no quería quedarme con la duda.

–Alondra, mi princesa ¿Qué ha pasado además de lo de Petra? Es que te noto muy triste.

–David no pasa nada. Es solo que me preocupa lo del Tec, nunca he tomado tanto tiempo materias en línea y sé que no será lo mismo y si repruebo alguna sabes lo que pasará con mi beca. Quisiera que hubiera forma de no tener que irnos y podernos quedar aquí.

La comprendía perfectamente, pues yo me encontraba en la misma situación que ella, pero lo teníamos que hacer, no nos quedaba de otra.

–Yo también lo quisiera pero tú misma lo has visto hoy mi princesa. Petra no descansará hasta hacernos la vida miserable y aquí la gente no le hará nada mientras tenga contactos y pague con su sucio dinero. En México no hay ley.

–Eso de sobra lo sé que aquí las leyes se basan en función a quién es rico y quién es pobre pero no quiero perder mi beca David, además no quiero perder mucho de ir al Tec. No quiero dejar de ver a mis amigos.

–Alondra, mi amor. Quiero que te calmes y créeme que te entiendo más de lo que piensas peor no te puedo exponer. Aquí está el problema de Petra y también el de Dolores que aunque le he dejado claras las cosas, se ha estado apareciendo por el Tec y ya sabemos que está aliada con Petra. Por favor mi muñequita confía en mí.

–Confió plenamente en ti, David, sólo te estaba expresando mi sentir.

–Me encanta que me lo expreses pero Alondra mi amor, debes estar tranquila. Además te va a encantar Valle de Bravo. Conocerás muchos lugares conmigo, ya lo verás.

En ese momento entró mi madre y nos ayudó con los centros de mesa, justo a tiempo terminamos cuando llegó la comida. Mi madre había ordenado unas hamburguesas deliciosas de un lugar que nos gustaba mucho. Pasamos a un comedor que tenía en el negocio y nos sentamos a comer.

–Alondra, espero que te gusten mucho las hamburguesas. Estas nos gustan mucho a David y a mí –Le dijo mi madre a mi hermosa Alondra – Están muy buenas.

–Carmen por mí no hay problema, en serio. Como de todo menos mariscos, pescados, huevo y chocolate – Dijo Alondra haciéndome reír – Fuera de esa lista no tengo objeción con la comida.

–David hijo ¿De qué te ríes? Todos tenemos cosas que nos desagraden y no le veo nada de malo que Alondra nos lo dijera de una vez para no comprar nunca nada que a ella le desagrade.

–No me lo tomen a mal ninguna de las dos. Pero Alondra es la primera chica que he conocido en mi vida a la que le desagrada el chocolate. 

–Eso es verdad, es algo raro en una mujer. Pero cada mujer es distinta hijo, ya te lo he dicho yo, a mí no me gustan tampoco muchas cosas y está bien. Cada quién sus gustos.

–Tienes razón Carmen y sé que soy rara David. Pero la verdad es que eso del chocolate no ha sido jamás de mi agrado – Manifestó Alondra – Así evito que gastes en regalármelos.

–Por el dinero no hay problema Alondra, sabes que te daría todo lo que tengo en la vida. Que mi dinero es tuyo y que lo que necesites, lo tendrás todo de mí.

–Lo que quiero de ti, es sólo que me ames – Dijo mi princesa – Así como yo te amo a ti.

–Te amo con todo mi corazón y te amo más de lo que me amas tú, mi princesa.

Besé tiernamente a Alondra en los labios, sin importarme que ahí estuviera presente mi madre quién no perdía oportunidad de lanzarnos uno que otro comentario siempre.

–Ya coman chicos, se les van a enfriar las hamburguesas. Ya tendrán tiempo para andar en brama.

–Claro Carmen, disculpa – Respondió Alondra riéndose por eso de la frase de mi madre.

Comimos con tranquilidad y después terminamos con varios pendientes de mi madre. Ella se ocupó con unos clientes y Alondra y yo, nos quedamos en el comedor haciendo tareas mientras tanto.

–David amor, quería saber si es posible que Julio y Javy puedan ir a tu casa el fin de semana, para despedirnos y poder no sé convivir un rato – Me dijo Alondra – Ya sé que por la situación que vivimos ahora no podemos salir ni andar mucho en la calle.

–Claro que si mi princesa, avísales que vayan y podemos jugar videojuegos y ver películas. Se me ocurre que hagamos un maratón de películas de terror – Propuse yo – Será una noche divertida.

–Espero que Carmen no se moleste, creo que debemos primero antes de avisarles preguntarle a ella. Es su casa mi amor.

–También es la mía y la tuya pero está bien, le preguntamos a mi madre ahorita que vayamos de camino a la casa ¿Te parece bien mi vida?

–Me parece bien mi amor, gracias por ser mi héroe, mi todo y mi príncipe.

–Tú eres mi princesa, mi muñequita, mi mujer.

Me levanté de la mesa y puse de pie a Alondra para tomarla entre mis brazos y devorarla a besos algo que llevaba queriendo hacer desde que llegué al negocio de mi madre y estando así en ese momento a solas no me perdería esa oportunidad. Metí mis manos por debajo de su blusa y ella hizo lo mismo, su tacto era candente en mi piel, pero cada vez que llegábamos a esto quería más, así que me dispuse a bajar a la altura de su vientre y besar su piel. Me perdía totalmente en su sabor.

Estaba seguro que si mi madre entraba en estos momentos y nos sorprendía, no le quedaba mal que nos repitiera su famosísima frase de que estamos en brama.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora