Capítulo 164.-

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Narra Alondra Ferreyra

Bajamos a comer y comí casi sin ganas y más que nada, por el compromiso de que si mi hermana llevó de los pollos que me gustaban, yo no les iba a hacer el feo. Después de comer, tomamos café y fue como si me hubiera tomado un somnífero, porque me dio un sueño terrible, subí a mi recámara y me acosté en la cama, cerré mis ojos y después, escuché a David hablarme, lo que me llevó a pensar que al menos mis sueños, eran buenos conmigo porque lo estaba soñando a él, a mi David, al amor de mi vida.

–Alondra, mi amor, mi consentida despierta – David me besó y yo lloré de la emoción – No es un sueño, es la realidad preciosa. Estoy aquí a tu lado en tu casa y en tu cama.

No lo podía creer, mi chico estaba en la casa, en la recámara y no era un sueño, como había pensado, cuando empecé a sentir sus labios. Era la manera más dulce de despertar, con los besos de mi chico.

–David mi amor – Abrí los ojos – No sé cómo has hecho para entrar, te extrañaba tanto. Ya hasta me inscribí a las asesorías iré de 1.30 a 3 pm, todos los días contigo. Te amo mucho.

–Yo también te amo, me dejó pasar Anastasia. Tú papá salió, tenía que verte, no sé cómo vamos a hacer, para dormir separados mi amor. Te necesito mucho, Alondra.

Nos empezamos a besar con urgencia y con esa misma urgencia, nos quitamos la ropa en fracciones de segundo y cuando menos lo esperé, él ya se movía deliciosamente dentro de mí, haciéndome llegar al cielo, como cada vez que hacíamos el amor, él y sólo él me volvía loca y me hacía desearlo de una forma en la que nunca, me había atrevido a desear a ningún hombre.

Me tomó como siempre, con delicadeza al comienzo y luego con una firmeza, que me elevó a las alturas, no quería que parara, no quería que esto acabara nunca, éramos los únicos que podíamos decidir si estábamos juntos o no, y nuestra decisión era permanecer uno al lado del otro.

Después de amarnos con una intensidad única, nos quedamos abrazados un rato así en mi cama, hasta que el sueño me venció y ya casi era de noche cuando abrí los ojos y mi David seguía a mi lado, no había sido un sueño.

–Hola mi amor, no te has ido mi güero, por favor no te vayas – Me puse a llorar – No quiero pasar ninguna noche sin ti.

–Yo tampoco mi amada Alondra, te propongo que vaya rápido a mi casa y después vuelvo y me abres.

Me parecía la mejor de las ideas, así dormiríamos juntos, como debía ser, ya no había nada, ni nadie que nos separara, porque buscaríamos la manera de estarlo siempre. Burlaríamos todas las barreras, que nos pusieran.

–Sí amor, ve y esperas a que las luces estén apagadas, me mandas mensaje y bajaré a abrirte, pero debemos fijarnos si puedes irte ahora.

Estaba muy emocionada, la adrenalina corría por mis venas, de solo pensar que estaríamos toda la noche juntos, sin que nadie nos lo impidiera. 

–Sí, vamos a vestirnos y bajas a ver si hay alguien y si puedo salir por la puerta, yo no me atrevo a bajar por la ventana.

–Claro que sí, me visto rápido y bajo a ver.

Nos vestimos bien rápido los dos y después de eso, yo bajé y vi que no había nadie así que subí rápido, para decirle a mi güero que podía irse y así fue. Nos dimos un beso largo como despedida, con la promesa de que regresaría más tarde. Él se fue a su casa y yo me quedé haciendo unas cosas de mis tareas del Tec, hasta que llegó mi papá para que cenáramos.

–Hola, Alondra, ya regresé ¿Cómo te sientes? Tenías mucho sueño después de comer. – Dijo para hacer conversación.

–Hola, papá, ya me siento mejor gracias. Supongo que ya podemos sentarnos a cenar, si es así voy a poner la mesa.

Respondí con naturalidad, no quería que sospechara nada, de que Anastasia, había dejado pasar a David, pues no la quería meter en problemas por el favor que me había hecho, al permitirle la entrada.

–Sí, ya vamos a cenar. Pon la mesa por favor, voy a hacer de cenar los hot cakes, que te gustan o dime si prefieres otra cosa. Esta noche celebramos que no voy a cenar solo, que voy a cenar contigo después de tanto tiempo.

–Sí papá, gracias. Los hot cakes, están bien para mí.

Mi papá hizo la cena y cenamos en calma y después, nos despedimos y subimos al segundo piso de la casa juntos, él se fue a su recámara y yo a la mía y después estuve pendiente del teléfono, para cuando me avisara mi guapo güero, que ya estaba afuera de mi casa, pero eso no pasó, los dos estábamos siendo frenados por nuestros padres. 

Lloré desconsolada y bajé por un vaso de agua, tendría que tomarme una píldora para dormir o no pegaría el ojo en toda la noche, iba con el vaso camino a mi recámara pensando en que quizás David se había arrepentido de venir a mi casa, pues Carmen seguro lo descubrió o algo paso, pero apenas puse un pie dentro de mi recámara, él me atrajo a sus brazos y me besó intensamente haciéndome sentir viva de nuevo.

El secó mis lágrimas con sus besos y después de ese recibimiento que le di, nos separamos un poco y caminamos, para sentarnos en mi cama, me había imaginado que yo no vendría.

–Me subí por la ventana mi consentida, no te pude mandar mensaje. He olvidado el móvil en casa de mi madre.

Con razón, me había quedado a la espera de sus mensajes, pero me alegraba que ya estuviera a mi lado, y que no se le hubiera ocurrido tocar el timbre. 

–Gracias, mi amor por venir y por exponerte a trepar por la ventana. Te amo David.

Había sido toda una hazaña, que se hubiera atrevido a subir por la ventana, pues no le había quedado de otra, por haber dejado el celular en su casa. Esperaba que Carmen, no se diera cuenta de su escape y vinera a buscarlo, porque ese sería otro problema con mi papá.

–Yo te amo a ti, vamos a dormir mi princesa. – Dijo besándome.

Yo ya estaba cambiada con la ropa de dormir, y él se tendría que poner la suya, porque íbamos a tener que dormir, no me iba a arriesgar, estado mi papá en la misma casa. Aunque sería una experiencia inolvidable. 

–Sí, mi príncipe. – Le dije.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora