Capítulo 29.-

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Narra David de María

En la mañana del día siguiente, me despertaron los rayos de sol que se colaban a través de las cortinas abiertas de la ventana. Así me pude dar cuenta que no era un sueño, que había sido la pura realidad, que había hecho el amor en toda regla con mi hermosa Alondra. Me quedé maravillado mirándola, era tan bella, acaricio su brazo desnudo, mientras ella aún dormía sobre mi pecho estando desnuda y relajada. Es tan hermosa, tan diferente de todo lo que me había pasado antes. 

Me limité a acariciar su cabello hasta que me quedé dormido nuevamente a su lado. La tenía tan pegada a mí, que no quería que nada ni nadie nos separara. Estábamos perdidos en el sueño, hasta que el sonido de mi móvil me hizo despertar abruptamente, siendo mí madre quién me llamaba, me percate que Alondra ni siquiera se había movido de su sitio, así que la dejaría descansar un  rato más.

–Buenos días hijo, ¿Dónde se han metido toda la noche? Creo tener una idea pero necesito estar segura – Mi madre alarmada me cuestionaba.

–Buenos días madre. Estamos en un hotel, anoche te avisé que dormiríamos fuera. Tú no te preocupes por nada, en cuanto Alondra despierte vamos para allá – Manifesté queriendo tranquilizarla, era muy raro que mi madre olvidara algo.

–David, el problema es que ha venido la madre de Alondra a armar un tremendo escándalo, no sé quién le dio nuestra dirección. Pero al parecer alguien le envió fotos de ustedes entrando al hotel y hasta se atrevió a amenazarme, ya te imaginarás. Hijo por favor, sea lo que sea que pase entre Alondra y tú, yo no quiero problemas con esa mujer. Espero que logres que ella te acepte o de lo contrario no sé lo que pueda pasar.

Muchas cosas pasaron por mi mente a la velocidad del rayo. Lo primero era no tener contacto con esa mujer, me preocupaba que se presentara en el hotel y nos estuviera esperando a la salida, quien sabe con qué salvajada, mi novia no tenía por qué ser agredida de nuevo por esa señora tan violenta, necesitaba por todos los medios que permaneciera ilesa de cualquier confrontación, no respondía de mí, si ella le volvía a poner una mano encima, todo iba a ser en defensa propia y también en defensa de mi novia.

–Madre, con eso que me has dicho más me has alarmado. Sí esa mujer encuentra a Alondra este fin de semana, no sé lo que sea capaz de hacer, ¿Está disponible la casa de tu amiga Celia éste fin de semana? La que me has dicho que tiene en Peña de Bernal, Querétaro.

–Si hijo, no recuerdas nada. Ella está viviendo ahora en Estados Unidos, si quieres podemos irnos este fin de semana para allá, claro si estás de acuerdo que yo me vaya con ustedes y sirve que veo a Mónica otra de mis amigas que yo tengo allá. 

Como me iba a negar a semejante oferta, además mi madre no iba a permitir que nos fuéramos solos, era protectora innata, así que no la preocuparía, pensando que algo nos fuera a pasar en el camino, tampoco traía casi efectivo, tendría que pasar antes por un cajero y sacar dinero suficiente para los tres, aunque mi madre siempre estaba preparada para cualquier eventualidad.  

–Claro que sí madre, estoy de acuerdo. ¿Podrías traerme algunas cosas de la casa por favor? Para que Alondra haga sus tareas y también yo las mías, en nuestras mochilas están los útiles que necesitamos y algo de ropa para ambos en mi habitación. Te esperamos en el hotel Virrey de Mendoza el que está frente a la Catedral. Por favor cuando llegues, avísame para sólo bajar e irnos contigo. Ya no quiero exponer más a Alondra, a que más gente ande sacando cosas nuestras y haciéndolas del dominio público.

Le pedí a mi madre quién siempre accedía y me ayudaba en todo, sabia lo ordenado que era y no se le iba a hacer difícil encontrar todo en su sitio, las cosas de Alondra también estaban acomodadas al lado de mis cosas, por lo que le resultaría más fácil.

–Descuida hijo, yo te aviso. En tanto tú, ve despertando a Alondra, tampoco quiero que su madre la vea, debemos impedir que la encuentre, a toda costa.

Me enfoqué en despertar a mi princesa con mucho cuidado, obviamente si en condiciones normales era difícil despertarla, esta vez estaba un poco más difícil, sumando el cansancio por tanta actividad realizada, pues nos amamos en varias ocasiones, por lo que los dos estábamos muy cansados. Después de intentar un buen rato, ella por fin abrió sus ojos preciosos, me quedé embelesado, que más podía decir, era feliz de ver su carita al despertar.

–Buenos días mi princesa, ¿Has dormido bien? – Pregunté sin dejar de mirarla – Discúlpame por despertarte, pero ha llamado mi madre y nos tenemos que ir, nos iremos de viaje.

No le quería decir nada todavía, cuando estuviéramos listos y lejos de la cuidad, tal vez le explicaría que era lo que estaba sucediendo, mientras tanto dejaría que se relajara y que no entrara en pánico.

–Buenos días mi amor, ¿De viaje?, ¿A dónde vamos? Yo tengo tarea que hacer. El lunes tengo clases – Respondió Alondra al tiempo que se sentaba en la cama.

Su responsabilidad con el estudio era muy importante para ella, lo que no sabía era que ya estaba solucionado, si mi madre traía todo lo que le había pedido, no habría ningún problema, además la casa de la amiga de mi madre contaba con todos los servicios, incluyendo internet, por si algo no hallaba en sus libros, al igual que yo.

–Te prometo que te explicaré princesita, pero por favor ahora vamos a darnos prisa, vistámonos para poder irnos.

Ella se lanzó a mis brazos y la abracé sin ser consiente del tiempo ni del espacio, estar con ella era olvidarme de todo lo que nos rodeaba para sólo existir nosotros dos, nos besamos y acariciamos, ya la cosa se estaba poniendo caliente. Mi móvil rompió el momento siendo mi madre, de nuevo quién me llamaba.

–Hola madre, ¿Ya estás aquí afuera? – Pregunté al tomar su llamada.

–Hola hijo, estoy a la vuelta del hotel. Si ya están listos, pasaré por ustedes enseguida.

También notaba ese miedo de parte de mi madre, la cosa era salir de la cuidad sin ser molestados, nos estábamos comportando cómo unos fugitivos, pero era mejor eso a que las cosas se complicaran más de lo que ya estaban.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora