Capítulo 69.-

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Narra David de María

Mi madre, me llamó para avisarme que mi amada Alondra y ella ya habían salido de la consulta con la ginecóloga. Yo tardé un rato más con mi amigo, por lo que ellas se fueron directo sin mí, más tarde me fui a casa en un taxi, al llegar encontré a mi madre y a mi princesa tomándose una copa de vino en la sala.

–Hola hijo ¿Cómo te ha ido con tu amigo? –Me pregunta mi madre – Nosotras hace un rato que llegamos ¿Quieres una copa de vino? está delicioso.

–Hola madre, hola Alondra mi princesa – Saludé a las dos mujeres de mi vida – Con mi amigo me ha ido muy bien y ¿A ustedes como les fue? acepto la copa de vino, gracias.

–Nos fue bien, pero nos hubiera ido mejor si no nos quedábamos a la consulta. Aquí les digo a los dos con toda sinceridad que no fue grato para mí –Dijo Alondra – No me gustó que esa doctora me metiera la mano, todas esas cosas y el interrogatorio.

Mi madre se levantó para servirme vino y yo estaba muy atento a lo que Alondra me contaba respecto a lo del ginecólogo.

–Hijo, no fue nada del otro mundo pero resulta ser que Alondra es demasiado cohibida – Relataba mi madre – Imagínate hijo que Alondra, no fue capaz ni de dar su verdadero nombre. Se sacó una puntada de decir que se llamaba Dulce María.

Lo dicho por mi madre me hizo estallar de risa, no podía creer que Alondra hubiera sido capaz de dar un nombre que no era el suyo a fin de mantener el anonimato. De donde se le ocurrían tantas cosas a mi chica.

–No lo puedo creer madre, pero no tenías por qué dar otro nombre mi princesa – Me dirigí a Alondra – En esos lugares hay confidencialidad entre médico y paciente y nadie se iba a enterar de tus datos o de lo que contaras en consulta.

–Lo sé David, es que no me gustó ir, lo bueno es que me dijeron que volviera hasta en un año – Dijo Alondra aliviada – Me dieron además unas pastillas anticonceptivas, unas indicaciones que honestamente les digo que no escuché.

–A eso no le veo el caso, lo de las pastillas anticonceptivas. Yo puedo tomar precauciones.

–David, calla y no le pongas más leña al fuego. Es necesario que aunque tú tomes precauciones que Alondra se cuide también. Así evitarán un accidente y un problema mayor.

–Tienes razón madre y nuevamente discúlpanos por los problemas que te hemos ocasionado. Te prometo que en Valle nos vamos a portar bien Alondra y yo.

–Eso espero. Voy a pedir algo de comer, ya que será nuestro último día aquí y para no dejar nada que se pueda desperdiciar – Anunció mi madre - ¿Qué se les antoja?

El viaje estaba a nada de llevarse a cabo, esperaba que no hubieran más interrupciones, allá seriamos libres de ir por donde quisiéramos, aunque aquí solo teníamos que estar con un par de ojos en la espalda. Por lo que nuestro viaje era solo para estar más seguros. 

–Una pizza para más rápido Carmen o a menos que tú y David quieran otra cosa.

–Pizza está bien para mí – Dije aceptando la propuesta de ella.

–La voy a pedir entonces ¿la que sea está bien?

–Está bien Carmen, gracias.

–Gracias madre.

Mi madre llamó a los de la pizzería, yo me senté al lado de Alondra y la besé tiernamente con mucha delicadeza y ternura. Ella se relajaba en mis brazos poco a poco mientras me correspondía el beso. No perdíamos oportunidad para regalarnos besos a cada instante. Al poco tiempo de que mi madre pidiera la pizza, tocaron la puerta de la casa. Los tres nos sorprendimos del servicio tan rápido de las pizzas.

–David hijo, toma el dinero y recibe la pizza por favor. Mientras Alondra y yo pondremos la mesa.

–Claro madre.

Salí a recibir la pizza y algo muy extraño fue que no estaba la moto de las pizzas, ni se veía el repartidor por ningún lado. Al no ver a nadie, supuse que era una broma de muy mal gusto por parte de alguna persona que tocaba nuestra puerta sólo por diversión, la volví a cerrar y cuando iba caminando por el pasillo volvieron a tocar. Al volver a abrir, ahí estaba Ruperta la hermana de Dolores.

–Hola David, lamento molestarte pero necesito un favor. 

La noté bastante preocupada y me imaginaba que se trataba de Lola. Era muy extraño que se presentara su hermana a mi casa.

–Buenas tardes Ruperta, perdóname pero no puedo hablar contigo. Adentro están aquí mi madre y mi novia. Discúlpame.

–David, es que Dolores está muy grave. Le han mandado a hacer muchos análisis y en serio dudé en venir a buscarte a ti, no tengo a quién más recurrir y no quiero que se muera mi hermana – Ella rompió a llorar – Por favor, al menos escúchame.

Sabía que estaba por tener un nuevo problema con mi madre y con Alondra por culpa de esto de Dolores, pero en caso de ser cierto que estaba enferma yo no quería sentirme culpable por no prestar mi ayuda a alguien que lo necesitara. Pero el caso era diferente si se llegaban a enterar las cosas se iban a poner peor. 

–Está bien Ruperta, cuéntame ¿Qué pasa con Dolores y de que está enferma? –Pregunté un poco alterado –Te pido que seas breve, como he dicho dentro están mi madre y mi novia, no quiero que nada perturbe su paz.

Extiende la mano y me entrega unos folios. Vienen membretados con el nombre de un establecimiento médico y un laboratorio clínico. 

–David, mira estos documentos. Ella ha estado muy mal y no se sabe lo que tiene y al último médico que hemos visto que es un médico internista, nos ha enviado a hacer todo este montón de análisis porque cree que Dolores tiene leucemia y debe hacérselos lo más pronto posible. De no ser por eso no te estaría molestando y rogando ayuda, pero no tenemos dinero para hacer todos los análisis.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora