Capítulo 155.-

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Narra Alondra Ferreyra

Volvimos a Morelia, ese sábado casi por la noche Axel y yo. Sobra decir, que todo el camino me fue muy mal, me dieron ganas de devolver el estómago y el demás tiempo, casi me la pasé dormida, no era mucho lo mío los viajes en carretera, pues me mareaba demasiado y en esta ocasión, había más que añadir a eso, la desilusión por la que estaba pasando, pues mi relación con David, no estaba bien y no sabía, si aún le podría llamar relación o si ya esto significaba, que terminábamos de manera definitiva.

–Alondra, ya hemos llegado – Axel me avisó, pues nuevamente, me estaba durmiendo – No me has dicho, ¿A dónde quieres que te lleve? 

No tenía otro lugar a donde ir, salvo a la casa de mi papá o donde mis abuelitos, prácticamente, me podía dejar en cualquier parte, no tenía a donde ir, porque si estuviera Petra en su casa, fuera lo mismo, yo era una desamparada sin hogar.

–Si Petra ya se ha ido, llévame por favor a mi casa, con mi papá – Le pedí – Axel, gracias por todo y perdóname, por las molestias que pude causarte.

–No pasa nada Alondra, nunca me había divertido tanto con nadie y es que no toda la vida sucede, que una de mis amigas se ande besando con una celebridad – Me decía Axel riéndose – Te felicito nuevamente.

Eso iba a ser una broma constante y más ahora que se enteraran mis demás amigos, ellos también lo tomarían, como una buena broma.

–Gracias Axel, sólo espero que ya sea lunes para ver a David en el Tec y ver si podemos hablar. Me siento muy mal, pues lo amo y no quiero perderlo.

Todavía pensaba en una posibilidad, de arreglar este asunto, no podía concebir mi vida sin David, lo amaba mucho.

–El que perderá es él, si no habla contigo. No habrá mujer que soporte, a una persona cómo él, que se siente el rey del mundo. Tú eres especial y muy bonita, te aseguro que él si no es tonto, ya ha pensado las cosas y si es tonto, pues estarás de nuevo disponible, en el mercado de las mujeres solteras, así que se debe poner a las vivas. 

Axel me hizo reír demasiado, tanto que me dolía el estómago, de todo lo que él estaba diciendo, pero yo sabía en el fondo, que él tenía toda la razón. Yo no podía estarme deprimiendo, más de lo que ya lo había hecho, además ya no podía hacer nada. 

Ya le había rogado a David y él estaba, en un plan muy difícil así, que ya lo que fuera a pasar, iba a pasar y no había, más que decir. Pronto llegamos a la casa de mi papá, él estaba ahí en la entrada y en cuanto vio entrar el auto de Axel, se acercó a nosotros y me abrió la puerta, para que bajara.

–Hola Alondra, ¿Cómo estás hija? – Me abrazó mi papá – Tanto tiempo sin verte, estás preciosa ¿Cómo les fue de viaje de regreso?

–Hola papá, tú sigues siendo el hombre más guapo, que yo he visto – Me alegré mucho de verlo – Me quedaré unos días contigo, mientras regresa Petra.

Buscaría mientras también, con quien me pudiera quedar por unos días, porque Petra, no se iba a quedar, para siempre en Estados Unidos, y si llegaba a saber, que estaba en su casa, vendría más rápido, para correrme, y era lo que yo quería evitar.

–Yo muy feliz y contento, hija, ¿Cómo se portó Axel contigo? – Me preguntaba, mi papá mirando a Axel – Espero, que no te diera mucha lata en el camino.

–Hola Many, aquí estoy amigo – Dijo Axel – Yo siempre me porto bien y ya te traje, a tu hija sana y salva.

–Gracias por ir por ella, Axel, no sabes lo tranquilo, que me quedé cuando me avisaste ¿No quieres pasar para tomarnos algo? – Le preguntó mi papá – Tengo nuevas botellas de vino.

Ya vi de donde había sacado yo lo de tomar, mi papá de todo quería hacer un brindis y pues no había que quitarle su entusiasmo de brindar, por todo en la vida.

–Axel siempre se porta bien papá, por algo somos buenos amigos – Le sonreí – En el camino nos fue bien, salvo eso que me pasa siempre, que me mareo en la carretera, pero es algo normal.

–Sí Manuel, todo muy bien y sí pasaré a tomarme unas bebidas contigo y claro con Alondra ¿No hay nadie más en casa?

Creo que Axel, estaba corroborando, para que nadie le fuera a contar a Petra, que ya me encontraba en la casa, mis hermanas, eran las encargadas de estar vigilando cuando ella se ausentaba, eran sus informantes.

–No, estoy solo. Pero ya no, ya ha llegado la más pequeña y hermosa de mis hijas a acompañarme – Mi papá estaba feliz con mi regreso.

Todos pasamos a la sala de la casa y yo, primero quería ir a dejar la mochila de mis sobrinas a mi cuarto y a ponerme unos zapatos tenis, más cómodos, ya venía muy cansada de los pies.

–Papá, Axel los dejaré un momento. Me iré a cambiar de zapatos – Dije convencida – Estos, me están molestando.

Mi papá me dio un beso en la cabeza y un fuerte abrazo, extrañaba demasiado sus besos y sus abrazos, era lo único rescatable de esta casa, lo demás, no valía nada.

–Sí hija sube, tu recámara está como siempre, como la dejaste – Me dijo mi papá – Mientras preparo, lo que vamos a tomar.

–Gracias, papá.

Subí a mi recámara y pensaba muchas cosas, lo primero que quería hacer era llamar a Julio y a Javier mis mejores amigos, para que me fueran a ver, tenía tantas ganas de verlos y de estar con ellos. Sólo ellos me podían acompañar y divertir en este sufrimiento, que a cuestas estaba llevando. Mi sufrimiento de estar en la duda, de no saber lo que iba a pasar con David, si íbamos a volver a vernos o si todo lo nuestro acababa, ya ahí. 

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora