Capítulo 116.-

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Narra Alondra Ferreyra

Le pregunté, porque estaban causando efecto muy rápido.

–Es un analgésico y un antiespasmódico, para tú cólico menstrual. Todo va a estar bien contigo, mi niña.

Cuando Carmen terminó de asearme, se tomó la molestia de ayudarme a secar, hasta me dio mi ropa interior ya lista con mi toalla sanitaria y después, con mucho amor me secó el cabello, hasta que dejó de escurrirme. Salimos del cuarto de baño, dónde mi David ya me esperaba, y me tomó en sus brazos apenas me vio salir.

–Alondra mi vida, ¿Cómo te sientes muñequita? – Me preguntaba él – Te amo, vamos a recostarte para que descanses.

–Mal mi amor, pero el baño me ha ayudado mucho, sigue el cólico y me está comenzando a doler la cabeza también – Respondí – Pero con lo que me ha dado Carmen, sé que me sentiré mejor.

Con las atenciones, que me estaban dando me sentía mejor, creo que cuando te toman en cuenta, es un alivio extra, no me siento sola, como en las demás ocasiones, cuando me bajaba el periodo.

–Sí mi amor, te vas a sentir mejor. Vamos a mi recámara – Me dijo David – Para que descansemos. 

–No David, Alondra tiene mucha fiebre. Debemos esperar a que le baje un poco – Nos dijo Carmen – Voy a subirle un té para el cólico, mientras platiquen, pero no la dejes dormir.

–De acuerdo y gracias madre.

David y yo nos quedamos sentados en la cama de Carmen, él me abrazaba y con su ternura y con su calor, me era más difícil permanecer despierta, eso sin contar que estaba demasiado cansada y que a la primera oportunidad, me quería quedar dormida.

–Mi princesa despierta, no te duermas por favor, no te puedes dormir – Me decía David – Vas a estar bien, te lo prometo.

Era lo que le habia pedido Carmen, que no me dejara dormir, no sabía por qué.

–Sí mi amor perdón, es que tengo mucho sueño y me duele mucho el estómago, siento como punzadas de dolor muy fuertes en mi vientre.

–Lo sé preciosa y es normal, pero ya escuchaste a mi madre, debes esperar, a que te baje la fiebre.

–Me quiero acostar David, por favor –Le pedí desesperada – Me siento muy débil.

Por estar resistiendo empezaba a temblar, necesitaba por lo menos recostarme, mi cuerpo me lo pedía a gritos.

–Está bien preciosa, pero hasta que te tomes el té que te traerá mi madre.

En ese momento Carmen me llevó el té y me lo tomé, sintiendo un alivio casi al instante quizás eso se debía a que Carmen, todo lo estaba haciendo con mucho amor, por mí y también David, que eso me hacía sentirme mejor. Tenía muchas ganas de llorar, como gente que apenas me iba conociendo, me trataba mejor que mi propia familia.

Pasó un rato y ya que cedió la fiebre, David y yo nos fuimos a su recámara, en la que por fin pude descansar ya libre de fiebre y del dolor de cabeza. Busqué la posición que me genera menos dolor y David me abrazó por la espalda. La posición fetal era como me acomodaba cuando tenía estos episodios tan dolorosos. Que por primera vez estaba teniendo, el más fuerte de mi vida. Tanto así que desearía dormir un día completo, para olvidarme de él.

Nos dormimos no sé cuánto tiempo, sólo sé que al día siguiente muy temprano como a las 7 de la mañana, yo me levanté y tenía muy fuerte el cólico. David seguía durmiendo y yo no quise despertarlo, me vestí y salí de su recámara iría abajo a hacer algo de mi tarea, para dejar de pensar en el dolor pero Carmen ya estaba abajo y al parecer había salido a hacer ejercicio temprano, pues estaba con ropa deportiva.

–Hola Carmen, ¿Cómo estás? No esperaba, que estuvieras despierta tan temprano – La saludé – Disculpa, por todo lo de ayer.

–Hola Alondra, fui a correr temprano aprovechando que no está lloviendo y no te preocupes espero que te sientas mejor ¿Cómo estás hoy?

–Creo ya no tengo fiebre o eso creo, pero me siento mal Carmen, me duele mucho el estómago, el cólico me sigue dando muy fuerte.

Era como si algo me estuviera estrujando por dentro, algo que se movía de un lado para el otro y yo sentía la necesidad de que saliera, porque de verdad era muy doloroso. Y estaba empezando a pensar, que no era normal. Si esto seguía así era preferible que me llevaran al doctor.

–Tranquila, te haré otro té. Ven recuéstate en el sillón y te pondré un remedio. Descúbrete tu estomago Alondra, voy a ponerte algo.

–Sí, gracias Carmen.

–No me demoro nada, tu estate tranquila y veras como te alivia de inmediato. – Carmen, fue a la cocina.

Cerré los ojos sin lograr dormirme, el dolor no me lo permitía y me sentía por demás incomoda. Escuchaba a lo lejos como Carmen hacia sus movimientos en la cocina, el ruido del horno microondas y el de la taza del té, estaba concentrada en todos los sonidos de mí alrededor. Escuché como Carmen, se acercaba y abrí los ojos.

–Alondra, vas a sentir un poco de calor, pero eso te va calmar el dolor, y tomate el té y la tableta.

–Gracias, Carmen, tus atenciones me hacen sentir mejor.

–Siempre te voy a atender como tú te lo mereces, eres una niña muy linda y deseo que te sientas bien, yo sé cómo son esos dolores. – Dijo Carmen retirándome el pelo de la frente.

–Tú eres un amor de madre. – Dije con las lágrimas, a punto de salir de mis ojos. 

Carmen calentó algo parecido a un colchón pequeño y me lo puso en el estómago, no sé qué era pero olía delicioso y al instante me hizo sentirme bien y súper relajada era como si fuera algo medicinal, después tomé el té y me dio ella otra pastilla, me calentó varias veces el saquito ese y después no supe bien que paso, pues sólo sentí que me relajé y me quedé dormida, nuevamente.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora