Capítulo 121.-

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Narra David de María

Después de una maravillosa noche de amor y de pasión que pasamos Alondra y yo, en medio del bosque y dentro de nuestra casa de campaña, el ruido de afuera me despertó y vi mi reloj eran más de las 9 de la mañana y las actividades de ese día, empezaban a las 8 por lo que me puse a la tarea más difícil de todos mis días, la de despertar a mi princesa.

–Alondra, mi amor. Princesa hermosa, despierta – Le dije sutilmente al oído – Por favor mi muñequita, nos tenemos que levantar.

Ella poco a poco fue abriendo los ojos y después me jaló a su lado, para darnos el beso de buenos días que por cómo se dio, amenazaba con convertirse en algo más que eso. Algo que no podríamos, ni siquiera comenzar y mucho menos terminar.

–David mi príncipe, hazme el amor por favor. Te necesito ¿Lo habías hecho antes de anoche en una casa de campaña?

Preguntó al acordarse de lo que habíamos hecho en la noche y al ser mi primera vez en la acampada, por supuesto que habia sido también mi primera vez en el bosque y estuvo estupendo, la adrenalina habia corrido por mi cuerpo. 

–Alondra, yo de mis ganas no salía de la tienda de campaña y no, fue mi primera vez que lo hice en una tienda de campaña y la primera vez que he acampado. Eres la primera en muchas cosas para mí, mi princesa.

–Entonces tengamos el mañanero por favor, mi amor. – Dijo con una sonrisa en los labios.

Eso me hubiera encantado si estuviéramos solos y en la casa, no aquí, donde todos nos podían escuchar. Y como era ya pasada la hora de las actividades, sería mejor apurarnos a salir. Cindy la traía conmigo y una más, no creo que me pasara.

–No mi princesa, no podemos. Las actividades empezaban desde las 8 de la mañana y son más de las 9. Por favor ponte tu ropa y salgamos con los demás. Te prometo que en la noche en casa, no te dejaré dormir.

Era una promesa que le cumpliría, este paseo lo quería terminar cuanto antes y poder ir a dormir en mi cómoda cama. 

–Eso suena prometedor y tu ganas David, ahorita me visto para salir – Dijo ella con desgano.

Alondra se vistió y yo le cepillé su enredado y hermoso cabello y luego se lo peiné en una coleta, nos pusimos nuestras gorras y salimos de la casa de campaña. No veíamos a nadie cerca de nosotros y supuse que ya se habían ido sin nosotros, hasta que Cindy, nos aplaudió detrás de nosotros.

–Buenos días jóvenes. Espero que hayan descansado y que estén contentos, han retrasado las actividades, otra vez – Nos dijo ella cabreada – Tienen 5 minutos para recoger sus pertenencias y la tienda de campaña, para podernos ir a hacer las actividades.

–Cindy, lo sentimos mucho en serio. Anoche no me sentí bien, ya sabes por lo que paso y…

–Cállate David, eres una persona que solo piensa en sí misma. No vuelves a ir en ningún paseo mío.

No me dejó terminar mi disculpa y eso me hizo enojar de verdad, era una mujer muy grosera.

–Cindy, por favor no lo regañes. Es en serio que le vino una migraña espantosa, por todo lo que pasó anoche – Intervino Alondra – Vamos a apurarnos.

–Les doy 5 minutos y no más.

–Está bien Cindy, como digas – Respondí alterado.

No me gustaba que gente a quién yo no consideraba mis iguales, se me pusieran al mismo nivel, a darme órdenes y a exigirme disciplina. Para eso yo había pagado el maldito paseo nocturno y me trataban como si me lo estuvieran regalando, se podía por mí ir directo al diablo. Alondra y yo recogimos las cosas en tiempo record, como si estuviéramos en una competencia y después seguimos a Cindy quién en silencio, nos llevó caminando hasta reunirnos con todos los demás.

–Muy bien, necesito que dejen sus cosas allá en el árbol – Nos dijo Cindy – Y que se pongan los chalecos salvavidas que voy a darles. Harán equipos de 4 y vamos a subir en las lanchas a recorrer el lago.

–Qué bonito – Gritó Andrés burlándose – Sería increíble que alguien se hunda.

Alondra de prisa tomó a Lisa de la mano y eso me cabreó peor, porque yo seguía molesto con Andrés por lo de anoche y ella parecía que quería juntarse con él para hacerme que me cabreara. De seguro quería que hiciéramos el equipo con ellos.

–Yo no quiero subirme con Andrés mi princesa – Le dije a Alondra – No después de lo que me hizo anoche.

–David, venimos para estar con ellos y a los demás no los conocemos – Me rebatió ella – Ya olvida lo del borracho y vamos a pasarla bien.

–No lo puedo olvidar, el borracho me hizo quedar como un tonto anoche y no quiero subirme con él a ningún lado. Entiende.

Alondra estaba a nada de llorar, por como yo le había hablado, pero eso en aquel momento me daba igual. No había poder humano que hiciera que yo me quisiera subir con Andrés a las malditas lanchas.

–David, ¿Qué onda con tu actitud? – Me preguntó Lisa –Todos hemos venido a pasarla bien al paseo nocturno y sales con tus cosas. Por favor, hagan las pases Andrés y tú.

–No las haré Lisa y Alondra y yo, no nos iremos con ustedes en la misma lancha.

Mi enojo iba en aumento, una cosa, era que nos conociéramos y otra que le aguantara sus tonterías, no estaba para aguantar sus cosas, era un inmaduro y no me iba a subir con él.

–David, ya mi amor. Por favor, cálmate y vamos a hacer con orden las actividades – Me pedía Alondra – Subiremos los 4 a la lancha y ya después, hablas con el borracho.

–Qué no, he dicho que no y es no Alondra, ¿No lo entiendes?. Carajo, parece que son unas estúpidas ustedes dos – Le dije a ella y a Lisa sin importarme nada.

Mi ConsentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora